¿Mamá, yo?

¿Mamá, yo?

Hace 30 años, para mí era imposible pensar en besar a un niño, o tener novio algún día, pero para mí, era tan claro que no que quería tener hijos. Uno es lo que mama, lo quiera o no, con el tiempo uno se va puliendo y con un poco de visión uno comienza a descartar cosas, en mi caso la maternidad.

¿Por qué? Vi siempre a mi mamá en casa cuidando de mis hermanos y de mí, sin amistades fuera de las madres de los compañeros del colegio o de las vecinas. No salía de paseo con mi papá en plan “novios”, siempre había un apuro económico, zapatos para un niño, ropa para otro, alguien más se enfermaba y había que comprar medicinas. Es cierto que con limitaciones económicas nunca nos faltó nada. Pero ¿y la vida? Esas ganas de ser solo ella, comprar algo lindo, una bolsa, un vestido, un paseo, un libro, una clase, un viaje.

¿En qué momento dejas de ser tú? siendo honesta, cuando tienes hijos dejas de “ser tú” y te conviertes en la mamá de X, Y, Z, se vuelve raro cuando alguien dice tu nombre, es un momento extraño y una muestra disposición casi inmediata. Pañales, mocos, berrinches, no ¿acaso estamos dementes para volvernos esclavas de seres diminutos, que se vuelven tu mundo de un día para otro?

De repente un día faltas a trabajar porque discutes con tus padres acerca de la maternidad, ¿tener o no tener?, ¿querer o no querer?, ¿poder o no poder?, costo/beneficio. Son demasiadas cosas para pensar, asimilar y tomar una decisión.  ¡Que alivio, no hay que decidir todavía! No, no me imagino alguien menos preparada, sin instinto maternal, asquerosa a más no poder, ni siquiera me alimento sanamente. No puedo imaginar mi vida con niños.

Y de vez en cuando te preguntas ¿cambiare las fiestas, por pañales? ¿Renuncio a mi vida social? ¿Si me equivoco? Ya no lo puedo regresar. Dejo que la vida siga y un buen día, la que no quería novios, matrimonio, hijos, se deja llevar y la vida le concede lo que tanto temía. Llega el día en que yo quiero un hijo, lo platico con mi compañero de vida, con mi mejor amigo, inevitablemente es un sí, lo planificamos y llega. Las dudas ya no existen, visitas al doctor, devoro todas las revistas de bebés, estudio todos los artículos disponibles en internet de paternidad, cambio de hábitos alimenticios y despacio todo se acomoda, un embarazo tranquilo, muy rápido, no sé en que momento pasaron 9 meses.

Llega el día, vamos a revisión a las 9:00pm y nos regresan a dormir, volvemos por la mañana a eso de las 9:00am, nos regresan a almorzar, más tarde como al medio día finalmente nos admiten, pasan las horas, casi no dilato, me ponen oxitocina, el doctor me revisa constantemente, mucho tiempo después me entero de que sufrí violencia obstétrica (madre primeriza, tardo en dilatar, revisiones cada media hora, asustada, con dolor) mi esposo tuvo que ir a ver quién lo cubría en el trabajo, para regresar en cuanto puede a mi lado… los dolores no cesan, contracciones intensas, adormecimiento de todo el abdomen y parte de la espalda, de repente ganas intensas de orinar, como puedo me levanto, al mismo tiempo que mato a mi marido con la mirada y el queriéndome ayudar le grito ¡no me toques! Llego al baño orino, quiero limpiarme y siento la cabeza de mi bebé., entre mi esposo y el doctor me llevan a la plancha…

El doctor me dice: -espérese- ¿cómo de detener a una sandía que quiere salir al mundo? ¿Cómo le digo a mi bebé, espérate el doctor no ésta listo? Mientras mi esposo me sostiene la mano, veo sus ojos y sin decir palabra me hace sentir que a pesar del dolor yo puedo, que falta poco para conocer el verdadero amor de nuestra vida, pujo una y otra vez, el doctor me corta la piel, episiotomía le dicen, para permitir que pase mejor el bebé por el canal de parto, escucho como se desgarra mi piel al contacto de la hoja filosa, mi bebé, mi hija sale finalmente, nace gritando, “he llegado” con sus hermosos ojos abiertos, 50cm 3.150kg. ¡Que felicidad!

El doctor se apresura a suturarme, mi esposo es el primero en ver a nuestra hija, mientras la observa detenidamente, su rostro se transforma, se ha convertido en padre. Orgulloso me muestra a su  bebé, la llamamos por su nombre y así de un día para otro no solo nace una bebé, nace también una familia.

Entre los dolores, las contracciones y el parto paso por un remolino de emociones, dolor, pena, angustia ¿podré hacerlo? El dolor es inmenso, quiero morir, mi umbral del dolor es súper pequeño, que pedí algo para el dolor, el doctor me dijo que no podía o se pararían las contracciones, maldije a todo el mundo… Una vez escuche: el dolor de parir  a un hijo, es un dolor sin rencor. ¿Y saben qué? Es cierto, cuando vi a mi bebé, solo sentí felicidad de poder tenerla en mis brazos, me sentí invencible. No podía esperara salir de ahí para que todos conocieran a esa hermosa nena.

Han pasado ya casi 15 años de eso, llegaron 2 bebés más y honestamente hay días que quiero salir corriendo y no regresar, pero solo es momentáneo.

Hay días de perro, los niños duermen hasta tarde la noche anterior, de modo que hay veces que no quieren levantarse, no se levantan, se hace tarde, medio desayunan, apenas logramos llegar a la puerta del cole, se pueden descomponer los electrodomésticos, se acumulan los mandados, proyectos de la escuela, reuniones o fiestas con los amiguitos de la escuela, se acaba el cereal o la leche, no te dejan ver tu programa de tv favorito, se te olvida tender la ropa de la lavadora y se apesta, hay que volver a lavarla, la comida no les gusta, tienen temporadas en que solo quieren huevo y arroz, o galletas y leche, otras veces comen como si no hubiera un mañana, otras veces se ponen ropa que ya no les queda o cuando salimos se ponen la ropa más vieja que tienen, y esas películas que ven una y otra vez, de esas que ya hasta te sabes los diálogos… crecen y de repente llega la adolescencia, justo en el momento que ya me sentía una “súper mamá” y todo cambia, tengo más preguntas respuestas y no quiero rendirme, quiero más…

Parezco demente, pero me ilusiona ver cómo cambian, como se transforman, como sin darse cuenta me enseñan cosas de mí que no conocía. Sigo aprendiendo, me sigo instruyendo, tomo lo que hicieron mis padres y sirvió con mis hermanos y conmigo y cambio lo que no funcionó, estoy en constante crecimiento y me alegra estar ahí para ellos, atesoro sus primeras palabras, sus primeros pasos, la llegada de los reyes magos, vestuarios para la escuela que yo misma hago, recetas nuevas, caricaturas favoritas, sus primeras canciones. He tenido el privilegio de ser madre de tiempo completo, por elección y no me arrepiento. He tenido la fortuna de estar presente en sus vidas, no sé si lo he hecho bien o mal, pero todo ha sido desde el amor y me siento agradecida.

Cuando van a la escuela y regresó a casa preparo mi café, desayuno tranquilamente, al tiempo que veo una serie, no saben cuánto disfruto estos momentos, silencio, comida caliente, tiempo para escribir, tejer, leer… y reflexionar y cuestionarme ¿Cómo sería mi vida sin ellos? La verdad es que no puedo, no quiero imaginar mi vida sin ellos, son junto con su papá, mis personas favoritas del universo.

Aunque claro, no quiero romantizar el asunto, hay días difíciles, complicados, hay ocasiones en las que me caen mal, en las que no sé que hacer, días en los que no tengo respuestas, días llenos de caos y confusión, de cuestionamientos y de frustración.

A lo largo del camino me he juzgado como madre, me he comparado con otras madres fabulosas (a mi parecer) pero hoy entiendo que tengo los hijos que necesito para trabajar mis áreas de oportunidad y que mis hijos tienen la madre que hará lo que sea para que sean felices o por lo menos funcionales.

Dice un dicho: si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes. Si pudiera regresar al pasado me avisaría a mí misma, no discutas con tus padres por los nietos, cuando tu mamá cumpla 50, la harás abuela y será la mejor abuela y tu papá le dirá a tu segunda hija “ojitos de capulín” y el más pequeño se colgará del cuello de los abuelos, les dirá “te quiero mucho, te amo” y la vida de tus padres y la tuya será diferente. Disfruta del camino, la vida cambia y se construye con las pequeñas decisiones que tomas cada día. Ve por ellos y no te descuides tú, sigue reinventándote y se tu mejor versión.




                                                                                                                                  YMatlalcuatziSánchez

Comentarios

Lo más visto

Los árboles de navidad no son iguales.

Mi alma gemela.

Carrera Bonafont 2022

Busca tu tribu.

No soy del club de los optimistas.

LGBTTTIQAPDNBC+