Aloha, aloha... Ciao, ciao

Aloha, aloha... Ciao, ciao (chao, chao) en hawaiano como en italiano tienen una  palabra para saludarse y para decir adiós, es interesante porque para los que no tenemos esos idiomas en uso nos preguntamos ¿Se están saludando o se están despidiendo? podemos llegar a confundirnos, pero así es la vida unos llegan (bebés, trabajos, parejas) y otros se van (viajes, amigos, familia) En cualquiera de los dos casos  esas altas y bajas de la vida pueden ser dulces, agrias, felices o tristes y esta bien. En cualquiera de los casos siempre estamos en constante aprendizaje. 

Hoy por hoy estoy en una edad en donde más a fuerza que de ganas, tengo que aprender a decir adiós, es más común, más frecuente,  estar despidiendo a los abuelos, tíos,  a las mamás de mis amigos, a mi propia madre, un sobrino,  un conocido, es triste porque  no nos enseñan a decir adiós, generalmente pensamos que tenemos mucho tiempo para despedirnos, que habrá una próxima vez para un día de campo, que habrá una próxima comida familiar, que habrá una Navidad más,  un pastel de cumpleaños, con toda los seres queridos sentados a la mesa, celebrando nuestra existencia... Ojalá y supiéramos cuándo es nuestra última cena, porque nos veríamos forzados a decir todo eso que guardamos apara una ocasión especial, apreciaríamos cada instante que compartimos con nuestros seres queridos, cuidaríamos más las palabras que salen de nuestra boca, daríamos más besos y más abrazos, nos abriríamos a nuevas cosas, seriamos más conscientes de lo que significa vivir.

Pero eso no pasa,  la realidad es que la muerte no avisa cuando va a llegar por nosotros y es doloroso, porque aunque sabemos que hay un principio y un final nadie nos prepara para despedirnos, más aún cuando las cuentas no se han saldado, más aún cuando quedaron cosas por decir, es difícil decir adiós y no por los que se van, sino por lo que  nos quedamos, los que se murieron ya no saben qué sentimos, ellos ya disfrutan de una paz en la otra vida (o al menos eso quiero creer), tal vez hasta se reencuentren con viejos amores, pero los que nos quedamos, nos quedamos con todo lo que pudo ser y no fue, nos quedamos sin ese último abrazo, ese último beso, qué doloroso es quedarnos con las manos vacías, qué difícil es quedarnos con nuestros pensamientos, con ese vacío que ya nadie llena, en mi caso particular, me reconforta el pensar que se quedaron sus mejores momentos conmigo, que tuvieron una platica profunda, me brindaron su confianza para platicarme sus cosas, me dieron momentos de felicidad que hoy recuerdo con cariño, que mirando atrás, compartimos una vida y que ellos siguen conmigo en las acciones del día a día, más de una vez me he cachado haciendo cosas que hacía mi mamá con nosotros como hijos, cuando tengo algún momento difícil siempre me viene a la memoria  mi madre y me pregunto ¿Qué pensaría ella?  Ella decía si te hace feliz, si no dañas a nadie más, ve por todo y si ahí, esta ella, en esas pequeñas decisiones del día a día, de otras personas que han partido me quedo con su sonrisa, siempre amables (al menos conmigo)  siempre cariñosos, siempre dispuestos a ayudar, una llamada o un mensaje en el momento oportuno, una palabra de aliento en momentos difíciles, para nada los idealizo, tenían defectos y si tenían muchos defectos, finalmente eran humanos pero yo me quedo con lo bueno, trato de no llorar su ausencia, porque los buenos momentos se quedaron, los malos ratos ya se han olvidado.

Qué difícil es poder dar palabras de consuelo porque no las hay, un consejo que les doy (porque he estado en ambos lados) si de momento no tienen nada que decir, no lo hagan, solamente abracen a la persona muy fuerte, déjenla que llore y lloren con ella si es que les nace, hay que dejar florecer los sentimientos, cuando una persona está de luto y/o en duelo y te está agradeciendo que la estés acompañando o todo lo que has hecho por ella y por quien ya no está, no la calles, no le digas que no tiene nada que agradecer,  deja que se desahogue, deja que te diga cómo se siente y lo agradecida que está o lo que le está preocupando, los momentos tristes, duros, fuertes hay que vivirlos muy intensamente para después soltarlos y poder seguir, hay que dejar ir los sentimientos, hay que dejar ir las penas y las tristezas para que no vuelvan, nunca hay que comparar entre una perdida y otra,  porque cada pérdida es única. Acompañar, solo eso nos queda.

Pasar por un duelo no es un camino recto en donde pasas turno o etapas de uno en uno, ojala fuera así, la verdad es que a veces avanzas 1 paso y retrocedes dos, hay que dejar fluir los sentimientos, la furia, el sentimiento de injusticia, extrañar, renegar... para poder conciliar el corazón con la razón y para eso tenemos que abrir las manos, el pensamiento y el corazón a nuevas cosas, ilusionarnos con las nuevas llegadas con los nuevos aprendizajes, con las nuevas experiencias, debemos seguir adelante para honrar sus vidas, disfrutar la vida como ellos la disfrutaban, una buena comida, una plática, una copa de vino o una cerveza, un viaje, una fiesta de cumpleaños, un partido de fútbol, llamadas eternas, compartir una golosina,  reír juntos, porque la vida sigue su curso, la vida no se detiene y no espera a nadie. De cualquier modo ellos, los que ya se fueron, siguen por ahí, de vez en cuando aparecerán, en un aroma, una comida, una canción, en un recuerdo... tal vez facebook nos los recuerde.

Mientras esperamos nuestro turno, disfrutemos de nuestros afectos, de nuestros amores... Porque hubiera no existe, el tiempo no pasa en vano, dejemos de postergar planes con nuestra gente, porque tal vez no haya un mañana, perdonemos lo antes posible, arreglemos nuestros asuntos, no hay como la satisfacción del deber cumplido (hacer lo que se tiene que hacer, sin reservas, hasta donde estén nuestras posibilidades) para no tener la pesada carga de los remordimientos. Cuando las personas se van, ya no importa si faltas al trabajo, no importa si llegas con flores incluso hasta si lloras, ellos ya no se enteraran, en vida, en vida son las reuniones, las flores, la música, las carcajadas y los buenos momentos.

Concentrémonos en los que nos aman y nos aceptan como somos, por como somos, que conociendo nuestros demonios deciden quedarse a nuestro lado, demos vuelta a la página a aquellos que no aportan nada positivo a nuestras vidas y sigamos dándole vuelo a la hilacha con locura, con pasión y optimismo.

Digamos a la vida aloha, aloha, para que no sepa si vamos o venimos, digamos ciao, ciao, al destino para confundirlo, vivamos cada día disfrutando de las pequeñas alegrías, no guardemos cosas para ocasiones especiales, la vida es una ocasión especial. Y trabajemos en la relación más importante de nuestra vida, la que tenemos con nosotros mismos, no seamos tan duros, seamos más amorosos, generosos y piadosos con nuestra persona, seamos capaces de aceptar que merecemos amor, hablémonos bonito y festejemos las victorias, pequeñas o grandes porque solo nosotros sabemos lo que nos han costado. Aloha, aloha, ciao, ciao.


Es mi mamá, ella disfrutaba mucho los cumpleaños, suyos o de sus seres queridos. Así, así se queda en mi mente. 




YMatlalcuatziSánchez 



P.D. Cuando sea mi turno me gustaría que mis seres queridos digan, se fue en paz, hizo lo que quiso, no le debe nada a nadie, y a su manera fue feliz.



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